viernes, 3 de agosto de 2012

Rhapsodia I. Sobre la sociedad…


A veces me pregunto ¿qué es eso de la ‘sociedad’? Se supone que vivimos en una, aparentemente la mayoría de los humanos lo hace, sin embargo, la pregunta se reitera enfáticamente ¿¿qué es una ‘sociedad’?? Muchas personas utilizan éste término de manera habitual y despreocupada, es por ello que me atrevo a sentenciar que no todos los seres de nuestra raza, humana, comprenden el alcance de su significado, pues una conclusión del que escribe, es que dicho significado, el de ‘sociedad’, es de un curioso y ligeramente complejo significado, e incluso más que eso: un concepto que algún alma idealista, probablemente inocente, creó para justificar una existencia ideal, cohesionada, de la humanidad.

Ahora bien, naturalmente del creador o creadores iniciales del significante, éste último llegó a la mente  muchas personas (no lo podrás negar estimad@ lector-a), entre una de ellas a la de Su Servidor, el cual lo escuchó, analizó, y asimiló para al final conceptualizarlo del siguiente modo: el significante SOCIEDAD consiste en un grupo de (dos o más) personas que se unen voluntaria y expresamente para, maximizando sus capacidades al reunir sus aptitudes y características individuales, conseguir el o los objetivos que en un consenso mayoritariamente elijan, como lo puede ser hacer más sencilla y llevadera su existencia, verbigracia: evitando en lo posible perjudicar a los demás socios de manera innecesaria, ello aplicable para la palabra sociedad en sentido lato.

Quedando definida  de manera amplia la palabra que ocupa al presente análisis, podemos deducir que actualmente NO nos encontramos viviendo en una sociedad, de hecho, nuestra realidad me orilla a dudar el creer que el humano pudo vivir en sociedad en algún momento, repito, esto debido a nuestra cotidianeidad. Sin embargo, analizando fríamente la aseveración anterior, me retracto al respecto de pensar que el humano jamás ha podido vivir en sociedad (como actualmente parece), pues es imposible el  evadir las muestras documentadas en libros y series audiovisuales, y claro, aquellas clases de historia universal en la que alguna vez se expuso cómo el hombre primitivo en CONJUNTO obtenía alimento, calor, vivienda, todo ello para poder existir, más que existir, sobrevivir a las casi siempre adversas condiciones de vida.

Sin embargo, el tiempo, un par de milenios han pasado para llegar a un actual año dos mil doce, un año en el cual, la evolución biológica y racional del hombre TENDRÍA que tener al mismo en un nivel social tal, que prácticamente no habría cabida para el sufrimiento, todo sería orden, serenidad, comprensión… sin embargo, podemos mirar alrededor y ver que esto no es así, como tendría que ser (todo esto en sentido deontológico, debrayando en un abuso de la capacidad racional humana, reconozco).

Distinción de clases, intolerancia, conflicto de intereses, intransigencia, odio, egoísmo, miedo, y algunas otras situaciones erróneas más son las que separan a nuestra actual humanidad de poder ser una sociedad global real (en éste momento aclaro que no se descalifica radicalmente, o se propone la eliminación de, éstas situaciones humanas-erróneas, porque aparte de ser esto casi imposible, sería ello el proponer eliminar gran parte de la misma humanidad del humano, sin embargo, la intención de la aseveración anterior es demostrar que no existe una sociedad global debido a la reiteración extremista de dichos errores, lo cual produce un endeble panorama de existencia para las personas humanas). A lo que nos referimos es que deberíamos ser capaces de poder encontrar en la razón, de la cual se vanagloria muy a menudo nuestro género (humano), una dosificación adecuada de lo negativo en nuestro entorno cotidiano, es decir, poder por vía de la razón el encontrar una solución a los problemas y conflictos de intereses que a diario acontecen entre nosotros.

A continuación, un ejemplo general y cotidiano que demuestra que no actuamos como sociedad: el tránsito de nuestra Ciudad Capital (D.F.), el que ya es bien sabido que, inicialmente debido al exceso de vehículos automotores circulantes, es en sí complicado el desplazo de estos dentro de la primera, sin embargo, se suma la actitud agreste, atávica, y prepotente de algunos conductores que complica aún más la ya de por sí insufrible situación, y es que,  pareciera ser que cuando una persona aborda su vehículo automotor, y circula en las calles y avenidas de la Capital, ésta pierde la mismísima calidad de persona, o bien, se toma como un enemigo al que hay que ganarle el paso a toda costa, arriesgando incluso la integridad del propio vehículo, algo bastante paradójico. Muchas veces pasa desapercibido el hecho de que queremos lo mismo (llegar a nuestro destino) y que debemos actuar como sociedad para facilitarnos nuestro camino. Al parecer desaparece toda posibilidad de solidaridad vial (la que nos podría dar la calidad de sociedad), que sin darnos cuenta es lo que complica el caos vehicular, sobre todo en los cruces entre avenidas, en donde los semáforos se toman como mero ornato citadino, ya que muchas veces, aunado a la ausencia de oficiales de tránsito, a pesar de que está el alto indicado en ellos, hay automovilistas que incurriendo en un completo y flagrante desacato, cruzan de manera incorrecta dichas intersecciones, interfiriendo con el camino de los que bien tienen autorizado el avance, los cuales ven frustrada su marcha por el (o los) que intencional y egoístamente rompen cualquier posibilidad social, causando a su vez que los afectados pierdan la calma y en retribución, también ignoren intencionalmente el organizador del tránsito vehicular en su oportunidad, creando así un círculo vicioso vial, perjudicial para tod@s, nadie gana. Actuando como sociedad vial en el caso que nos ocupa, el desplazamiento vehicular bien podría ser mucho más sencillo, tan sólo queda invitar a la reflexión para la acción.

De algo cotidiano y de cierto modo general, disertaré un ejemplo particular no tan común (bueno, algunos panfletos que se hacen llamar periódicos hacen dudar de tal aseveración) que impide la materialización social: la violencia innecesaria que se llega a presentar en nuestro entorno. Hace no mucho tiempo pude observar en el portal de uno de los periódicos de mayor circulación nacional, un video que mostraba a dos personas humanas de sexo femenino en el andén de una estación del metro(politano), no sé con precisión qué malentendido ocurrió entre ellas, sea lo que haya sido no existe justificación para lo que ocurrió allí: una de ellas intentó arrojar a la otra a las vías de dicho transporte (¡¿?!) en el mismo momento en el que un tren se aproximaba. Después de un forcejeo momentáneo, afortunadamente aunque las dos cayeron a dichas  vías, ninguna de ellas murió (siendo factor determinante la pericia del operador del tren que se aproximaba, al detener éste último poco antes de arrollar a las féminas, incurriendo en una correcta actitud social), al parecer sólo resultó herida la persona que tuvo la intención de arrojar a la otra (dulce karma ¿no creen?). Después de ver esto, queda claro que ésas no son actitudes dignas de una sociedad, todo lo contrario, la violencia innecesaria no es más que la muestra de la decadencia en la que nos encontramos después de miles (o millones) de años de supuesta evolución. Siempre que entre humanos exista afectación por violencia innecesaria, la palabra sociedad pierde toda aplicabilidad, pues actuando como una, los conflictos entre personas son solucionados por vía de la razón, una de las mejores soluciones a los problemas cotidianos eventuales.

Para finalizar, un ejemplo fresco, sucedido en éste año dos mil doce en los Estados Unidos Mexicanos: las elecciones de representantes populares, en donde las diversas opciones polarizaron al pueblo, algunas veces incluso de forma dramática, cayendo en fanatismos injustificables y absurdos, pues al incurrir en éstas actitudes, pasa por desapercibido que sea quien fuere el-la ‘electo-a’, tiene que trabajar para TOD@S (a manera de Sociedad), sin distinción, no sólo para los que votaron por el supuesto ganador, pues aunque así lo quisiera ést@, en México resultaría imposible debido a la secrecía constitucional del voto. Imposible también es evitar mencionar lo que pasa con la mayoría de los delitos, pues cada que uno acontece, la sociopatía se actualiza, en evidente perjuicio humano… Después de todo lo expuesto ¿cómo denominar en lo qué vivimos como seres humanos, si NO es en una sociedad?  Muy sencillo nosotros coexistimos (con un aparentemente evidente esfuerzo) tan sólo como una comunidad, teniendo en común, principal y al parecer únicamente: el establecimiento de nuestros domicilios en los centros urbanos conocidos. 

Como claramente se aprecia en el presente texto, todavía se tiene fe en la racionalidad del género humano, y en que algún día, los ojos del que escribe puedan constatar que la humanidad se ha constituido como una sociedad global real, querida así por una mayoría, formada por cada uno de nosotros. Eso el implacable paso del tiempo lo demostrará.

Also sprach Dhaft.